Jesús quiso partir para Galilea. Se encontró con Felipe y le dijo: «Sígueme». Felipe era de Bestsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». Felipe le contestó: «Ven y lo verás».
Jesús vio que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Natanael le dijo: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael respondió entonces: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
«Contigo+feliz» © Difusión libre cortesía de Colegio Mayor José Kentenich
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Acampas en mis soledades ocultas.
Caminas en mis arenas desiertas.
Te son familiares mis laberintos.
Conoces mi mirada secreta.
Ya no tocas la puerta que accede a mi «yo».
¡Eres el amigo de siempre!
Solo sonríes,
cuando descubres que encuentro tu huella.
Y yo callo,
pues, ¿qué podría decirle a quien ha poblado mi tierra,
replantado mi viña y allanado mis sendas?
(Julio Portocarrero)